Como complemento y continuidad a la muestra “Xentes… pinturas e tintas de Díaz Pardo”, que se exhibió en la galería de la plaza del Toural, se inauguró en la Casa de la Parra otra nueva exposición, “Pinturas y Fracasos”, que homenajeaba, también, la obra de Isaac Díaz Pardo. El comisariado de esta exposición corrió a cargo de Daniel Varela Suances-Carpegna y de José Lorenzo, director de la galería. El eficiente comisariado consiguió, al vincular ambas muestras, “Xentes...” y “Pinturas y fracasos”, el desarrollo de una magna exposición que hace justicia y muestra la evolución plástica de Díaz Pardo. El germen de “Pinturas y Fracasos” lo hay que buscar en la frase que pronunció el pintor en la inauguración, el 14 de Abril de 2010, de “Xentes…” en la galería José Lorenzo: “Eu agora son un ninguén”. Esas palabras, saturadas de añoranza, soledad y vencimiento, pronunciadas por quien lo fue todo para la cultura gallega, convencieron a los futuros comisarios de la necesidad de organizar una exposición antológica sobre Isaac Díaz Pardo.
O Concerto da Zanfoña (1946) |
La muestra, inaugurada el 14 de Febrero de 2011 por el propio artista, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoó y por el conselleiro de Cultura, Roberto Varela, reunía un conjunto de obras de diversas etapas creativas del intelectual gallego.
En el ámbito pictórico, la muestra contó con 43 piezas, de las cuales 15 pertenecían a la serie “Xentes…” que, como ya se ha señalado, se pudo contemplar el año pasado en la galería José Lorenzo. El resto eran óleos que pertenecían a la colección personal del artista.
Además, la exposición incluía carteles de ciego elaborados por Díaz Pardo como eran Paco Pixiñas u O Crime de Londres. Entre los cuadros que se podían encontrar en la exposición estaban algunas de sus obras más destacadas. El costumbrista lienzo O Concerto da Zanfoña (1946) es una de esas piezas clave. Se trata de una pieza irrebatible que, en cierto modo, condensa su arte y su ideario. Parece como si las figuras militares de la Ronda de Noche de Rembrandt hubiesen transmutado en humildes personajes, gentes del pueblo, que en lugar de armas sostienen libros e instrumentos musicales. El retrato del artista integrado en el grupo no es sino otro guiño a la tradición pictórica, en este caso española, de Velázquez a Goya. Otra obra genial en su singularidad es la futurista A Nave Espacial (1964), aunque también despertarían el interés de cualquier espectador avezado las revisiones de Rubens en As tres Gracias (1953) o de Botticelli en O Nacemento de Venus (1955). Por otro lado, en la muestra se encontraban obras que mostraban la simbiosis existente entre Díaz Pardo y Luis Seoane, como en A Parolar de 1966. Tampoco desmerecen al conjunto expositivo las dobles crucifixiones, que constituyen contundentes alegorías políticas.
A Nave Espacial (1964) |
La exposición contó además con veinte dibujos que se incluían en la colección “Unha presa de debuxos feitos por Isaac Díaz Pardo de xente do seu rueiro”. Una colección que se había publicado en Buenos Aires, en 1956, en una edición muy limitada.
Cronológicamente, se mostraba un recorrido, por la obra plástica de Díaz Pardo, desde antes de los años 40 hasta 1971, año en el que pintó el último cuadro: “Xentes que ollan”. Un lienzo de mirada firme que parece reclamar justicia y salvación.
El conjunto expositivo, en su globalidad, responde a la intención del artista de reflejar su trayectoria y el trabajo de los dos comisarios respondió a la línea marcada por él. En el discurso planteado hay un propósito irrebatible: desde el autorretrato de 1944, que recibía al visitante, hasta el desnudo, de 1966, con el que concluía, se condensaba la sustancia formal, la dureza del dibujo y el lenguaje inmediato del pintor.
As Tres Gracias (1953) |
No debemos olvidar la emotividad de la muestra. Díaz Pardo, buscó poner fin al capítulo de la pintura al señalar que en su vida “houbo máis anécdotas que pintura”, pero consideró que no fue “unha exposición calquera” porque sirvió como despedida a la noble actividad de pintar. Resulta entrañable su reflexión sobre los cuadros allí expuestos:”van óleos pintados (…) cos retratos da miña familia, de Mínima e dos meus fillos”.
Desde hacía años José Lorenzo se había interesado, con su postura de galerista, por la obra de Díaz Pardo. Consideraba que era preciso llevar a cabo una muestra antológica que revelase su potencial artístico. Algo indiscutible, ya que la anterior gran exposición de Díaz Pardo se remonta a 1990, hace más de 20 años, en el auditorio de Galicia. La muestra “Pinturas e Fracasos”, justo reconocimiento a la historia del pintor e intelectual, alcanzó dos metas fundamentales. Por un lado, poner en valor la dimensión pictórica de Díaz Pardo y, por otro lado, demostrar al artista que estaba equivocado al decir que era “un ninguén”. Nada más lejos de la realidad. Un mes después de la inauguración más de 3000 personas ya habían ido a visitar la exposición. Mucho más acertado en calificar al intelectual gallego estuvo uno de los amigos cercanos, su médico personal, que con ternura lo definió como “el último Mohicano”.