miércoles, 18 de diciembre de 2013

O LIBRO "BALADA DE LOS MARES DEL NORTE", CON TEXTOS DE URBANO LUGRÍS, NA GALERÍA JOSÉ LORENZO



Balada de los mares del norte (Alvarellos editora) é o nome do libro que recupera, por vez primeira, a obra dispersa, esquecida ou inédita de Urbano Lugrís González e que, a partir de hoxe e ata que finalice a exposición Lugrís Pai, Lugrís fillo: surrealismo mariño, se poderá adquirir na galería de arte José Lorenzo. A publicación recolle máis de sesenta textos, cincuenta ilustracións e manuscritos, algúns deles nunca antes publicados. Tiveron que pasar 35 anos desde a súa morte e cen desde o seu nacemento para que a extraordinaria obra escrita do pintor Urbano Lugrís (A Coruña, 1908-Vigo, 1973) vexa por fin a luz en libro. Este volume culmina unha vella aspiración do artista: un desexo confesado públicamente a comezos dos anos 60, pero que por distintas razóns non se materializou... ata hoxe.

Balada de los mares del norte descóbrenos ao poeta barroco, ao narrador de ficción pleno de referencias cultas e tamén a un orixinal ensaísta. Ademáis, este libro recolle ilustracións moi pouco coñecidas e manuscritos inéditos. Unha produción que abarca en total máis de tres décadas. Este libro é o complemento ideal á exposición: Urbano Lugrís escribía como pintaba, e esa fusión tan singular de lenzo e prosa deu como resultado feliz unha voz única da cultura galega.
Urbano Lugrís González

Este libro recolle máis de 300 páxinas de textos dispersos, moi descoñecidos ou inéditos do autor, ata un total de 62 textos. Medio centenar de ilustracións do Lugrís, algunhas delas tamén inéditas, e a reprodución en cor de todas as cubertas orixinais de revista Vida Gallega (anos 50). A responsable da edición anotada, introdución e apéndice é a profesora da Universidade da Coruña, a doutora en Teoría da Literatura Olivia Rodríguez González, filla de Mariano Tudela, un dos fieis colaboradores de Urbano Lugrís.

LUGRÍS PAI, LUGRÍS FILLO: SURREALISMO MARIÑO



Urbano Lugrís González

Desde el pasado jueves 12 de diciembre, en la galería de Arte José Lorenzo, se puede ver la muestra “Lugrís pai, Lugrís fillo: surrealismo mariño”. La exposición, con un total de 25 obras, estará abierta al público hasta el 15 de enero. La galería trata de establecer un vínculo estético y temático entre la obra de Urbano Lugrís y la de su hijo, Lugrís Vadillo
En la muestra se puede ver el deliberado decorativismo, a modo de ilustración, y la descripción de raíz gotizante de Urbano Lugrís (padre). En general, se trata de unas pinturas de imaginación desbordante en sus curvas y arabescos, ya traten temas festivos, paisajistas o religiosos.
Por su parte, en la pintura de Lugrís Vadillo, los asistentes a la muestra podrán deleitarse en la ejecución primorosa, de miniaturista, y en las ideaciones exquisitas de paisajes inexistentes, tanto submarinos como cósmicos, que contienen sus óleos.

Surrealismo mariño
Se podrían buscar muchos enfoques para establecer un nexo entre la pintura de
Urbano Lugrís González
Urbano Lugrís y la de su hijo y, sin duda, siempre el más adecuado sería el mar. Son sus obras océanos metafísicos, poéticos e indiscutiblemente galaicos, con multitud de puntos en común, matizados por la individualidad de dos vigorosas personalidades. Fondos marinos, perspectivas renacentistas (más o menos estudiadas) y persistencias iconográficas como son los instrumentos de navegación establecen un vínculo entre dos estilos tan distantes y, a la vez, tan próximos.

viernes, 7 de junio de 2013

OBRAS DE ANA GARCÍA PAN EN LA GALERÍA JOSÉ LORENZO

Actualizado 15 de octubre de 2013


El particular y genuino universo de Ana García Pan se comenzó a gestar en su juventud. Ya en 1969, con tan sólo 18 años, esta niña terrible logró la medalla de plata en el Certamen Nacional de Arte de Málaga. Cursó estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y consiguió becas de las fundaciones Barrié de la Maza y Castellblanch, en 1970 y 1974 respectivamente, para enriquecer su aprendizaje en Italia. Asimismo, obtuvo el segundo premio en la Bienal Alfafar de Valencia y recibió ayudas, en el año 1981, del Ministerio de Cultura.

Desde que comenzó a participar en exhibiciones colectivas, en el año 1969, su obra ha recorrido toda la geografía española, destacando, especialmente, la región valenciana. Allí reside actualmente, y divide el tiempo entre sus ocupaciones como artista y la docencia que imparte en la facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia. Sin embargo, no se ha desligado de A Coruña, su ciudad natal, y formó parte de importantes colectivos artísticos coruñeses. Junto con Menchu Lamas, Ana García Pan ha sido el gran nombre femenino del arte gallego en el crepúsculo del siglo XX. Está representada en numerosos museos y colecciones institucionales.

Su obra combina un magicismo de insinuaciones figurativas con el informalismo, en un emplazamiento donde las nociones de espacio y tiempo se vuelven indeterminadas. Parece huir, con su obra, de conceptos intrínsecos al hombre moderno; como si reclamase una vuelta al estado natural de la existencia.

Asombra la perfección formal de esta artista. Ana García Pan, en su afán por lograr una obra de exquisita ejecución, convierte la pintura en un proceso lento sin caer jamás en lo artesanal. Su informalismo abstractivo, envuelto en la lírica de los sueños, logra con sus gamas verdes, rojas, grises o azules una plástica serena.


La obra que mostramos en esta entrada es Composición de 1973 y, junto a otras tres piezas de la pintora, se halla expuesta actualmente en la galería. Ese cuadro contiene todos los rasgos definidores de la mejor época de la artista. Se trata de una tabla en la que inscribe un mundo informalista dotado de cierto magicismo, mostrado tanto en elementos no precisables como en las destacadas siluetas geométricas. Estas, de rojo puro, vibran sobre un complementario campo de color verde dinamizando la composición. Parece haber en esta obra una tímida, aunque nada desdeñable, incursión en las teorías del color que tanta trascendencia tuvieron en el arte de fines del siglo XIX y principio del XX. Desde las nociones intuitivas de los impresionistas a los delirios cientificistas de Signac o Delaunay. Los gestos primarios de las siluetas otorgan todavía mayor movimiento y vitalidad a la obra, con unas figuras emparentables con el primitivismo de Matisse. No obstante, a pesar del salto temporal, es todavía más cercano el referente del arte rupestre y la primerísima escultura griega; como si a la artista le viniese la inspiración tras contemplar las pequeñas piezas del período geométrico o los cazadores de la cueva de Valltorta.

Emparentable con Kandinsky y Klee, en un purgatorio formal entre la monocromía del fondo y las figuras, nos encontramos con una abstracción ingenua de líneas, de geometría coloreada con negros y colores primarios, y hasta de unos ojos que parecen pintados por un niño. En realidad, la obra de Ana García Pan es como la poesía o la música, si estas disciplinas se pudieran ver. Para disfrutar de esta obra no es necesario saber nada, sólo hay que mirar los colores y las formas en equilibrio, como cuando nos entretenemos contemplando las estrellas, observando el vuelo de las aves o las formas que crean las nubes. Nuestra mente está preparada para eso. En esta obra nada es válido por sí mismo aunque haya fragmentos cuya impecabilidad formal retenga la mirada más tiempo. Ana García Pan es sensación.
coloreada con negros y colores primarios y hasta de unos ojos que parecen pintados por un niño. En realidad, la obra de Ana García Pan es como la poesía o la música, si estas disciplinas se pudieran ver. Para disfrutar de esta obra no es necesario saber nada, sólo hay que mirar los colores y las formas en equilibrio, como cuando nos entretenemos contemplando las estrellas, observando el vuelo de las aves o las formas que crean las nubes. Nuestra mente está preparada para eso.
Una obra en donde nada es válido por sí mismo aunque haya fragmentos cuya impecabilidad formal retenga la mirada más tiempo. Ana García Pan es sensación.

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Otras obras de Ana García Pan que se exhiben actualmente:







lunes, 8 de abril de 2013

EXPOSICIÓN COLECTIVA “POSGUERRA E ECLECTICISMO”



Xa se pode visitar, na compostelá galería José Lorenzo, a exposición “Posguerra e eclecticismo”, con máis de 40 obras de importantes artistas galegos. A mostra permanecerá aberta ao público até o próximo 20 de abril e conta con importantes obras de, entre outros, Leopoldo Nòvoa, Manuel Molezún, Alberto Datas, Deside, Raimundo Patiño, Antón Goyanes, Rogelio Puente ou Jesús Núñez.

A exposición pon de manifesto o escaso e disperso apoio que as artes plásticas tiveron en Galicia nos anos seguintes á guerra civil, con poucas mostras e mínimo coleccionismo, público e privado. Estas circunstancias dan lugar a un eclecticismo total, sen posibles agrupamentos  e con tendencias que van do expresionismo ao hiperrealismo e da vangarda construtiva ao puro informalismo.

Neste percorrido heteroxéneo pódese ver a expresión informalista de Leopoldo Nòvoa, emparellable coas mellores firmas mundiais, e as composicións xeométricas de cromatismo sobrio e contrastado de Jesús Núñez. Ademáis, “Posguerra e eclecticismo” conta con dúas pezas de Molezún, pioneiro da abstracción en Galicia. Continuando con esta liña abstracta os visitantes poden apreciar varias obras próximas ao grafiti, de debuxo desfeito, de Alberto Datas. Na mesma liña, pero emparentado esteticamente con Grau e Tàpies, atopámonos cunha peza de Deside. Combinando unha abstracción vagamente xeométrica coa figuración, nun resultado de inefable lirismo, pódese ver unha significativa obra de Antón Goyanes. Desde esas sutilezas o espectador pode pasar ao expresionismo apaixoado de Raimundo Patiño, baseado no poderío da cor. O maior contraste, talvez, sexa o minucioso hiperrealismo, intemporal e evocador, de Rogelio Puente.



Arte para tódolos gustos.
                 
Dado o gran número de tendencias que acolle a mostra resulta imposible que o espectador non empatice con algunhas obras. Os saltos estilísticos, que van do máis puro realismo á abstracción, e temáticos, entre naturezas mortas, espidos ou paisaxes permite que todos os visitantes se sintan atraídos por unha ou varias pezas desta mostra. Así pois, se a uns lles pode interesar a obra de Manuel Facal, a outros asistentes vailles suceder outro tanto cos enormes lenzos de Alfonso Costa. Doutra banda, os que prefiran a escultura poden deleitarse coas obras de Manuel Patinha, Leiro ou Paco Pestana.