jueves, 27 de octubre de 2011

ACISCLO MANZANO. MATERIA Y VIDA. 2ª PARTE

Continuamos el recorrido por la vida y obra de Acisclo Manzano en la segunda parte de nuestro informe.
___________________________________________________________________________________________________“Manzano despliega una tendencia muy suya: como ha dicho Miguel Ángel y ahora Moore, arranca de la materia la forma en que expresa al hombre. Sus esculturas no se basan en directrices verticales. Las llevaba a cabo, en general, en un sentido horizontal, y dan idea de excavaciones y remotísimas coincidencias con lo etrusco y lo ibérico o lo céltico. Logra en sus figuras, sobre todo en las cabezas, el temblor de lo eterno…”

Jorge J. Crespo de la Serna (artista y crítico de Arte). México, 1971.   

Al inicio de los setenta Acisclo iniciaba una nueva etapa, marcada por la dualidad descubierta en los años anteriores: figuración expresionista conjugada con informalismo y abstracción. El contacto con el helenismo se convierte en una constante, marcada por la reminiscencia de la Victoria de Samotracia, la luminosidad y la blanca arcilla de sus reiteradas estancias en Ibiza. Es ahora, por lo tanto, cuando descubre las posibilidades de la arcilla. No sólo de la terracota ibicenca, sino también del barro gallego. Ambos materiales lo acompañaron en su peregrinaje creativo hasta la actualidad, ya que resultan cómodos para quien rechaza el boceto porque “destruye y mata la obra”. Acisclo Manzano, además, es un claro defensor del proceso creativo y considera que la obra es sólo de su propiedad mientras la moldea, mientras crea. Es probable que en ese quehacer procesual encajen mucho mejor esos materiales blandos y frágiles. Este último calificativo, frágil, encaja perfectamente con el rechazo de Acisclo al sentido histórico del arte, el barro no pervive en el tiempo como el bronce o el mármol.
Acisclo Manzano potencia su interés por la figura humana, especialmente por el rostro. Además a su ya habitual concepción expresiva de la escultura, le añade un sentido volumétrico, lo que lo acerca Henry Moore en su manera exquisita de humanizar las formas naturales.
Con la exposición en el Museo Nacional de México en 1971, junto a Quesada y José Luis de Dios se magnifican, definitivamente, el europeísmo y las constantes estéticas comunes de los tres artistas gallegos. Esa muestra dio lugar a una incesante actividad expositiva y creadora. Comparte salas con Chillida, Max Ernst, Tapies o Saura. Su obra está presente en importantes galerías, museos y ferias de arte, como la de Basilea. Además, el escultor ourensano, participa del ambiente artístico e intelectual del momento.
Tanto la concepción volumétrica como la estructura compositiva de sus obras no responden a parámetros estables, aunque siempre perdura de una u otra forma el recuerdo clásico. Algo que siempre es percibido por la crítica, incluso en su forma de escribir, como podemos comprobar en un texto de Francisco Pablos: “Y comenzaron a surgir esas ondulaciones de paños húmedos y sutiles adheridos a anatomías suaves, en las que parece latir una vida lejana, presentida. El viento se incorporó al agua y ambos configuraron los paños arañados, de finas rugosidades junto a ampulosidades contenidas. La plasticidad de estas obras es total, de una capacidad de sugerencia inagotable”.
En otros trabajos su obra recuerda a Medardo Rosso por la sensación inacabada y su movimiento, sobre todo en los relieves. Como Rosso, utiliza la cera para potenciar los matices lumínicos que agudicen la impresión figurativa.
En algunos casos la única referencia figurativa es el título de la obra. En esas piezas mantiene el interés por el volumen, mientras que las líneas curvas aportan energía a unas figuras que se retuercen sobre sí mismas.
Su obra en bronce también suscita una clara obsesión por la figura humana. Este material facilita el juego lumínico y volumétrico, si bien algunos críticos han tildado estas obras de exceso barroco.
En las figuras femeninas los volúmenes se aligeran hasta quedar reducidos a sutiles insinuaciones. En ellas lo que más le interesa es el dinamismo lumínico que baña la figura y matiza cada uno de sus planos. Todo ello, siempre impregnado de esa tensión entre helenismo e informalismo, constante en su creación.
Durante los años 70, Acisclo Manzano se implicaría en algunas experiencias colectivas de carácter político que tendrían su reflejo artístico. Quizás lo más destacado sería la exposición colectiva en la sala Cariátide de Milán (1972) a favor de la amnistía, donde coincidió con grandes del arte europeo y español. Algunas esculturas de esta época son un alegato contra la tortura y contra el drama de la clase obrera.

domingo, 16 de octubre de 2011

INICIAMOS LA TEMPORADA CON LOS GRANDES NOMBRES DEL ARTE GALLEGO DE LOS ÚLTIMOS DOSCIENTOS AÑOS.

Una muestra colectiva, en el espacio de la praza do Toural, constituye el punto de partida para la nueva temporada de la galería José Lorenzo. Obras de los más importantes artistas gallegos de los últimos doscientos años estarán presentes en la exposición. De Ovidio Murguía a Urbano Lugrís y de Germán Taibo a Laxeiro. La muestra se podrá visitar hasta finales de noviembre. La entrada es gratuita.
Las piezas se hallan repartidas entre las diferentes salas de la galería. La sala 1 está dedicada, principalmente, a la obra de Isaac Díaz Pardo, con óleos comprendidos entre los años 40 y la década de los 60 del siglo XX. Complementan esos cuadros dos esculturas de Acisclo Manzano, con sus características ondulaciones de anatomías sugeridas.
En la sala 2 estarán expuestas obras de importantes figuras de la vanguardia histórica gallega. En los diferentes lienzos se puede apreciar el esquematismo de Luis Seoane, la sensualidad poética de Maruja Mallo y el costumbrismo colorista de Manuel Colmeiro. Acompañan a estos clásicos las esculturas de Álvaro de la Vega, que exhalan una contenida tensión entre la naturaleza y la técnica.
Grandes obras de pintores gallegos del siglo XIX y principios del XX figuran en la sala 3 de la galería. Cabe destacar, entre otros, a Serafín Avendaño, pintor realista que anticipa el impresionismo, y a Ovidio Murguía, paisajista conciso y elegante, pero con atisbos románticos. Tampoco hay que olvidar un retrato realizado por Francisco Llorens, ni un desnudo de Germán Taibo, que constituye un ejercicio de captación de cromatismos y texturas. De los confines del novecientos también es el compostelano Juan Luis, de quien se exhibe una pintura alegre, de exultante colorismo. En esta misma sala, entrados ya en el siglo XX, sobresalen dos magníficos lienzos costumbristas de
Laxeiro, que con su aspecto sólido y abigarrado enlazan perfectamente con una obra de Manuel Torres. Completa la sala un espléndido mural de Urbano Lugrís. Se trata de una escena marinera, vacía de personajes y cargada de poesía.
Otros dos murales de Urbano Lugrís dan acceso al jardín de escultura. Sobresalen allí las piezas de Manuel Buciños centradas, como es habitual en él, en estilizadas figuras humanas de pervivencia clásica. Una gargantuesca figura masculina de Ramón Conde insiste en la revisión de la escultura antropomorfa. Finalmente, con el Xoán Piñeiro más abstracto, también en el jardín, se pone punto y final al recorrido artístico por la galería José Lorenzo.

Finalidad didáctica.

La cantidad de obra que alberga la exposición colectiva de la galería José Lorenzo, donde se encuentran los más importantes nombres del arte gallego contemporáneo, cumple una función didáctica. La muestra constituye, para el visitante, una síntesis de lo que ha sido la plástica gallega durante los últimos doscientos años. Tanto en pintura como en escultura. Por ello, todo aquel que tenga interés de conocer los grandes artistas de Galicia tiene una cita obligada en la praza do Toural de Santiago de Compostela.

viernes, 7 de octubre de 2011

ACISCLO MANZANO. MATERIA Y VIDA. 1ª PARTE.

Con este texto iniciamos una serie de entradas sobre la figura de Acisclo Manzano, uno de los escultores contemporáneos más importantes de Galicia.

________________________________________________________________________________________________________

“Porque la Hamadríade  vive muy feliz en el árbol mientras esta está enterrada en la tierra, llena de vida; pero nada más cortarla y comenzar a morir lentamente, la Hamadríade se encuentra prisionera y con miedo de que la pongan a sostener un piso, metida en un travesaño o que la destrocen para convertirla en patas de butacas, o la echen al fuego para hacer el caldo o para calentarse. Y entonces quiere hacerse independiente, liberarse, vivir una vida puramente espiritual, en su forma propia. Acisclo se la da”*

Vicente Risco (escritor). Ourense, 1961.


La madera y el barro, sean gallegos, castellanos o baleares, constituyen las materias de este escultor poderoso, de belleza formal inefable, capaz de arrancar de cualquier tradición y hacer suyo el resultado.
Acisclo Manzano nace en Ourense en 1940 en un entorno religioso, conservador y apenas conectado con el mundo del arte. Sin embargo, a pesar de esos escollos, Acisclo, el niño, pronto empezó a mostrar un especial interés por el arte. En este sentido, hay que señalar que su comunión con Xaime Quesada proviene de su infancia, cuando observaba las evoluciones del pintor ourensano.
Una larga enfermedad tuvo recluído a Acisclo Manzano durante varios meses. Allí, en el sanatorio, para entretenerse, comenzó a tallar en madera utilizando cuchillas, navajas y cristales. El influjo religioso otorgado por su familia y la madera como materia, serían la base de sus inicios como escultor.
Pronto fue consciente de su habilidad para la talla, lo que lo llevó, a los 14 años, a ingresar en la Escuela de Artes y Oficios, donde tuvo como profesores a Faílde y Aurelio, con los que estudió dibujo y modelado en yeso. Luego, becado, marchó a Santiago para continuar su formación en el taller de Asorey, pero la experiencia no resultó satisfactoria. No obstante, permanecería en la capital para aprender, posteriormente, de Liste. Lo más destacado de su presencia compostelana sería el influjo que suscitó en Manzano la obra del maestro Mateo y la recepción de sus primeros encargos, de temática religiosa.
A finales de los años cincuenta, en Ourense, comenzó a relacionarse con el colectivo intelectual de la ciudad: escritores como Vicente Risco, Otero Pedrayo o Gómez del Valle y artistas de la talla de Baltar, Virxilio, Conde Corbal, José Luis de Dios, Xaime Quesada o Buciños.
En los inicios de la década de los 60 comienza a realizar exposiciones, individuales y colectivas, en distintas ciudades de la geografía española. Mientras unos críticos veneraban su obra (incluso con reconocimiento académico y premios), otros, los más ruralistas y tradicionales, acusaban a Acisclo de ser excesivamente vanguardista. En esas esculturas, realizadas en madera, se observa la fidelidad y el respeto por las formas ya existentes. Con incisiones y cortes da forma escultórica a lo que la naturaleza le ofrendaba. En este proceso aprovechó el efecto expresivo de la superficie rugosa de la madera. El resultado final son figuras humanas firmes, estáticas pero elocuentes, en conexión con el neoexpresionismo europeo y alejadas, por innovadoras, de la mayoría del arte gallego y español de la época.
A partir de 1962, Acisclo Manzano realizó varios viajes por Europa. Gracias a ello, entró en contacto directo con la obra de Van Gogh, Picasso, Rodin, Brancusi, Giacometti o Henry Moore. Sin embargo, tal vez lo más importante de este peregrinar por el viejo continente sea su enlace con el mundo clásico, con Fidias y el helenismo, con la luz mediterránea. Unas influencias que se han convertido en constantes en su escultura y  que llegan hasta nuestros días.
Luego, con la formación del grupo Volter, junto a Xaime Quesada y José Luis de Dios tuvo lugar la primera tentativa seria de romper con las formas que habían contenido el arte gallego desde la guerra civil. Con el grupo Volter, Galicia se vinculó al panorama artístico internacional. Si bien no había un ideario, ni una cohesión de estilo, todos sus miembros se inclinaron hacia una figuración neoexpresionista. El grupo expuso en Galicia, en distintas ciudades españolas, en México y también en los Estados Unidos y fue amparado incondicionalmente por grandes escritores, que los apoyarían con sus artículos: de Méndez Ferrín a Celso Emilio Ferreiro y de Blanco Amor a Otero Pedrayo.
En la segunda mitad de los sesenta la actividad expositiva de Acisclo Manzano es frenética, tanto en España, como en distintos países europeos. Además, su obra tiene una buena acogida y resulta premiada en varias ocasiones. Destaca el Nacional de Escultura de Valladolid de 1968.
Se puede observar una evolución en su obra de los años sesenta. Las esculturas caminan hacia la desintegración de la forma humana, con fórmulas próximas al expresionismo abstracto. En algunas piezas las formas se propagan en líneas interrumpidas y contorsionadas, en un juego de vacíos y resaltes con cierta noción geométrica.

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
* En la mitología griega las Hamadríades son las ninfas de los árboles. Están relacionadas con un único árbol y mueren si este se corta. Por esta razón las dríades, ninfas de los robles en particular y de los árboles en general,  y los dioses castigaban a los mortales que dañaban los árboles.