viernes, 6 de mayo de 2011

LA OBRA DE XOÁN PIÑEIRO SE EXPONE ACTUALMENTE EN LA GALERÍA JOSÉ LORENZO

La galería José Lorenzo, en sus dos espacios, plaza del Toural y Travesa do Franco, expone una importante colección de piezas del escultor Xoán Piñeiro Nogueira.
La muestra posee, entre otras, importantes piezas de la última etapa del artista. Sin duda, la etapa más productiva y, sobre todo, creativa. Una fase de experimentación con una novedosa y destacada obra que, lamentablemente, concluiría con su inesperada muerte.
En la exposición se pueden ver obras con acusadas dobleces y salientes aristas que crean prominentes angulosidades. Estos rasgos evocan, indiscutiblemente, la figura de Victorio Macho uno de sus importantes referentes. No hay que olvidar, en ningún caso, las líricas referencias en algunas de sus obras al mediterraneismo de Josep Clará e, incluso, a la imaginería tras su paso por el taller de Capuz en Santander.
Sin embargo, si de influencias se trata, la muestra de la galería José Lorenzo acoge obras fundamentales que beben de la plástica de Henry Moore.  En esas piezas el escultor parece buscar un equilibrio entre espacios vacíos y formas onduladas, que no son sino, abstracciones de la figura humana. Pero no sólo eso, también juega con espirales y geometrías vegetales que entroncan con Gaudí u Oteiza.
La textura es otro de los aspectos a destacar en las esculturas de Piñeiro. Esta contribuye a una percepción áptica de la obra, de sus valores táctiles, por parte del espectador.
Xoán Piñeiro (Hío 1920 – Porriño 1980), de orígenes humildes, pasó su juventud  trabajando de pastor, aunque ya mostraba maneras para la escultura. Mostraba su precocidad con tallas, realizadas con navaja, en ramas de robles y castaños.
La Diputación Provincial le concedería una beca de estudios para formarse en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Posteriormente, y tras continuar su aprendizaje en el taller de imaginería de Capuz en Santander, alcanzaría el éxito en la exposición del Salón de Otoño de Madrid en 1950. Antes de regresar a Galicia expondría, en el año 1953, en la Bienal Hispanoamericana de Barcelona.
Su figura se popularizó con la realización de monumentos públicos que le darían prestigio, como el de los Marineros en Vigo o el de Calvo Sotelo en Tuy.
En su última etapa, cuando ya se prodigan sus exposiciones, a la escultura realista le sucede un mundo de formas curvas, tangenciales, con espacios vacíos en donde experimenta con la combinación de materiales. Mª Cruz Piñeiro, hija del artista, continúa con la labor de su padre en el taller de Goián, tras la impensada muerte de este. Mucho era lo que prometía la madurez de Xoán Piñeiro, pero, lamentablemente, al igual que ocurre con Vermeer, Mozart o Murnau, el escultor llegaría al final de sus días preguntando al fatal destino cuál sería, ciertamente, el límite de su evolución artística.