_____________________________________________________________________________________
Artista
multiforme, esponja de estilos, dibujante superdotado y prácticamente
inabordable es Xaime Quessada. De complejísimas composiciones
figurativas al informalismo, ilustra libros y escribe novelas,
cultiva todos los géneros, se impone un ritmo frenético de trabajo
y exposiciones. No hay un Quessada, sino muchos. En las siguientes
entradas de nuestro blog vamos a tratar de desgranar el juego de
espejos que es la carrera artística de este genio de personalidad
desbordante.
Xaime
Quesada nace en Ourense el 14 de julio de 1937. Sus inicios en el
arte datan de muy niño, cuando junto a sus hermanos pasaba hojas de
los libros de anatomía de su abuelo el médico. Luego descubrirían
los grabados y litografías de la extraordinaria biblioteca de su
padre, hasta que un día un franciscano, confesor de la madre de
Xaime, aconsejó la quema de aquella biblioteca. En aquel “holocausto
de fuego”, así lo denominaría el pintor, ardió la historia de la
literatura y la cultura occidental. La segunda conexión, y quizá la
más importante, de Quesada con la pintura sería a través de su
primo Alejandro, al que veía pintar horas y horas.
Muy
pronto la saga de los Quesada sería conocida como una familia de
artistas en los campamentos del Frente de Juventudes. Eran también
los tiempos en los que Xaime se resignaba con los ejercicios
espirituales que, obligatoriamente, tenía que hacer en Acción
Católica.
Recibe,
por primera vez, el impacto del cubismo de Picasso en 2º de
bachillerato a través de una minúscula fotografía. Este hecho lo
lleva a investigar más sobre el artista malagueño y en su búsqueda
se encuentra también con la luz, los colores cálidos y la
espirtualidad de Rembrandt. Tal fue la pasión por el pintor holandés
que arrancó las láminas de los libros que consultaba en la
biblioteca.
Le
impresionaría la técnica de Parada Justel, que contempla en el
Museo de Ourense, y llamarán a su puerta, a través de láminas,
pintores de muy distinto signo: Toulousse-Lautrec, la “magia
irracional” de El Bosco y Goya. Ante tal curiosidad del artista,
ante tamaña documentación, hay que decir que Quessada es la figura
del teórico-pintor de Galicia por excelencia.
Posteriormente,
amplía su repertorio artístico: decora azulejos, dibuja cómics,
hace gouaches y acuarelas de Ourense... Es ahora, cuando llegan hasta
él las primeras reproducciones de Picasso, de las etapas azul y
rosa, que tanto le influirían.
Por
esas fechas se expuso en Ourense un repertorio de reproducciones de,
entre otros, Monet, Manet, Pisarro, Sisley, Degas, Renoir, Cézanne,
Van Gogh, Gauguin, Chagall, Matisse, Picasso o Modigliani. El impacto
de esta muestra lo lleva a tomar la vital decisión de dedicarse
exclusivamente a la pintura y preparar su primera exposición. Esta
se celebraría en el Liceo ourensano, en 1952, y el tema sería la
ciudad de Ourense. Allí mostraría acuarelas de la ciudad, temples
con catedrales fantásticas y cuadros surrealistas con iluminación
inspirada en Rembrandt, cuyo tema eran unos niños cantando.
Llegaría
un momento en el que Ourense se le quedaría pequeño para ampliar su
formación e inicia, en 1956, su etapa de estudiante en la Academia
de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Antes ganaría, por dos
años consecutivos, el Concurso Provincial de Arte Juvenil.
Ya
en Madrid toman cuerpo las inquietudes políticas de Quesada,
totalmente contrarias al régimen franquista. Se integra en el grupo
ALIENTO, colabora haciendo cartelismo con el Grupo Tierra de la
facultad de económicas, forma parte del antifranquista Frente de
Liberación Popular (FLP/FELIPE) de corte marxista y conoce a
intelectuales destacados como Vázquez Montalbán o Nicolás
Sartorius.
Las
prematuras lecturas que había hecho en su etapa ourensana de
Nietzsche y Schopenhauer, adelantaron su afán por la lectura en
estos años: Marx, Engels, Darwin, Freud o Kafka. Desde el punto de
vista artístico, en 1957, ya había leído El punto y la línea
de Kandinsky y había realizado,
inspirado en ese texto, cuadros abstractos.
Sin embargo, Quesada, desde un primer momento, mostró un desinterés
absoluto por la formación académica. Esta carencia era sustituida
por constantes visitas al Museo del Prado y al Museo de Arte Moderno.
Siempre mostró más entusiasmo por la historia del Arte, por el
conocimiento de la obra, que por el aprendizaje técnico a través de
la educación reglada.
Expone en Ourense y las influencias de esas pinturas son claras:
Goya, Velázquez, Regoyos, Monet, Picasso, Leonardo, Rembrandt... Lo
acusan de impersonal y, años más tarde, Quesada respondería que
“se me exigía un estilo que yo no podía tener aún. Me faltaba
aún tanto por conocer. Sabía que eso nacía sin darse cuenta, que
buscarlo era absurdo y falso”. Luego, en 1959, consigue el Premio
Extraordinario de Paisaje de las Escuelas de Bellas Artes de “El
Paular” por el cuadro titulado “Tierras”.
Su inquietud, su afán de conocer, le llevó a desear fervientemente
visitar París y conocer, de primera mano, el Renacimiento italiano.
A partir de entonces se convertirá en un trotamundos. Los viajes por
Europa le abrieron las puertas de la modernidad que el franquismo
prohibía. La esencia fue entender la gran pluralidad estilística
que había generado Europa. Sobre todo, según Salvador
García-Bodaño, “la alta belleza nunca superada de las primeras
vanguardias”.