viernes, 7 de octubre de 2011

ACISCLO MANZANO. MATERIA Y VIDA. 1ª PARTE.

Con este texto iniciamos una serie de entradas sobre la figura de Acisclo Manzano, uno de los escultores contemporáneos más importantes de Galicia.

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“Porque la Hamadríade  vive muy feliz en el árbol mientras esta está enterrada en la tierra, llena de vida; pero nada más cortarla y comenzar a morir lentamente, la Hamadríade se encuentra prisionera y con miedo de que la pongan a sostener un piso, metida en un travesaño o que la destrocen para convertirla en patas de butacas, o la echen al fuego para hacer el caldo o para calentarse. Y entonces quiere hacerse independiente, liberarse, vivir una vida puramente espiritual, en su forma propia. Acisclo se la da”*

Vicente Risco (escritor). Ourense, 1961.


La madera y el barro, sean gallegos, castellanos o baleares, constituyen las materias de este escultor poderoso, de belleza formal inefable, capaz de arrancar de cualquier tradición y hacer suyo el resultado.
Acisclo Manzano nace en Ourense en 1940 en un entorno religioso, conservador y apenas conectado con el mundo del arte. Sin embargo, a pesar de esos escollos, Acisclo, el niño, pronto empezó a mostrar un especial interés por el arte. En este sentido, hay que señalar que su comunión con Xaime Quesada proviene de su infancia, cuando observaba las evoluciones del pintor ourensano.
Una larga enfermedad tuvo recluído a Acisclo Manzano durante varios meses. Allí, en el sanatorio, para entretenerse, comenzó a tallar en madera utilizando cuchillas, navajas y cristales. El influjo religioso otorgado por su familia y la madera como materia, serían la base de sus inicios como escultor.
Pronto fue consciente de su habilidad para la talla, lo que lo llevó, a los 14 años, a ingresar en la Escuela de Artes y Oficios, donde tuvo como profesores a Faílde y Aurelio, con los que estudió dibujo y modelado en yeso. Luego, becado, marchó a Santiago para continuar su formación en el taller de Asorey, pero la experiencia no resultó satisfactoria. No obstante, permanecería en la capital para aprender, posteriormente, de Liste. Lo más destacado de su presencia compostelana sería el influjo que suscitó en Manzano la obra del maestro Mateo y la recepción de sus primeros encargos, de temática religiosa.
A finales de los años cincuenta, en Ourense, comenzó a relacionarse con el colectivo intelectual de la ciudad: escritores como Vicente Risco, Otero Pedrayo o Gómez del Valle y artistas de la talla de Baltar, Virxilio, Conde Corbal, José Luis de Dios, Xaime Quesada o Buciños.
En los inicios de la década de los 60 comienza a realizar exposiciones, individuales y colectivas, en distintas ciudades de la geografía española. Mientras unos críticos veneraban su obra (incluso con reconocimiento académico y premios), otros, los más ruralistas y tradicionales, acusaban a Acisclo de ser excesivamente vanguardista. En esas esculturas, realizadas en madera, se observa la fidelidad y el respeto por las formas ya existentes. Con incisiones y cortes da forma escultórica a lo que la naturaleza le ofrendaba. En este proceso aprovechó el efecto expresivo de la superficie rugosa de la madera. El resultado final son figuras humanas firmes, estáticas pero elocuentes, en conexión con el neoexpresionismo europeo y alejadas, por innovadoras, de la mayoría del arte gallego y español de la época.
A partir de 1962, Acisclo Manzano realizó varios viajes por Europa. Gracias a ello, entró en contacto directo con la obra de Van Gogh, Picasso, Rodin, Brancusi, Giacometti o Henry Moore. Sin embargo, tal vez lo más importante de este peregrinar por el viejo continente sea su enlace con el mundo clásico, con Fidias y el helenismo, con la luz mediterránea. Unas influencias que se han convertido en constantes en su escultura y  que llegan hasta nuestros días.
Luego, con la formación del grupo Volter, junto a Xaime Quesada y José Luis de Dios tuvo lugar la primera tentativa seria de romper con las formas que habían contenido el arte gallego desde la guerra civil. Con el grupo Volter, Galicia se vinculó al panorama artístico internacional. Si bien no había un ideario, ni una cohesión de estilo, todos sus miembros se inclinaron hacia una figuración neoexpresionista. El grupo expuso en Galicia, en distintas ciudades españolas, en México y también en los Estados Unidos y fue amparado incondicionalmente por grandes escritores, que los apoyarían con sus artículos: de Méndez Ferrín a Celso Emilio Ferreiro y de Blanco Amor a Otero Pedrayo.
En la segunda mitad de los sesenta la actividad expositiva de Acisclo Manzano es frenética, tanto en España, como en distintos países europeos. Además, su obra tiene una buena acogida y resulta premiada en varias ocasiones. Destaca el Nacional de Escultura de Valladolid de 1968.
Se puede observar una evolución en su obra de los años sesenta. Las esculturas caminan hacia la desintegración de la forma humana, con fórmulas próximas al expresionismo abstracto. En algunas piezas las formas se propagan en líneas interrumpidas y contorsionadas, en un juego de vacíos y resaltes con cierta noción geométrica.

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* En la mitología griega las Hamadríades son las ninfas de los árboles. Están relacionadas con un único árbol y mueren si este se corta. Por esta razón las dríades, ninfas de los robles en particular y de los árboles en general,  y los dioses castigaban a los mortales que dañaban los árboles.